Y llegó septiembre. Y con septiembre todo comienza: un nuevo curso, nuevos objetivos y propósitos. ¿Y qué haces para alcanzarlos? Para que los pensamientos y buenos deseos no queden en saco roto hay que actuar. Y una de las variables a considerar si queremos lograr el éxito académico es el lugar que reservamos en casa para estudiar.
¿Tienes un lugar donde estudiar? ¿Le das importancia al lugar donde estudias?
A menudo habitamos un espacio de forma poco consciente, pero sin duda este nos condiciona. Existen numerosos estudios en el campo de la psicología (psicología ambiental, psicología del espacio) y de la arquitectura (neuroarquitectura), que indican cómo afecta el espacio, no solo a nuestro aprendizaje, ¡también a nuestro estado anímico!
Es cierto, desarrollamos un vínculo afectivo con el entorno que influye en nuestro bienestar.
Los procesos de enseñanza aprendizaje dependen del ambiente educativo. En él tiene relevancia el diseño físico de los espacios utilizados donde desarrollar dichas experiencias.
Loris Malaguzzi
El pedagogo y fundador de las escuelas Reggio Emilia, Loris Malaguzzi, definió al espacio como el «tercer educador», siendo el conjunto de compañeros el primer espacio; el segundo, los adultos, entre los cuales se encuentran los profesores. El tercero es, por tanto, el ambiente donde se desarrollan las vivencias. Tiene sentido, ¿verdad?
Un espacio puede ser inspirador y motivador o puede no serlo
No me voy a centrar en el aula, ya que su análisis daría para un post entero y, además, es un espacio que a menudo nos imponen sin ofrecernos la oportunidad de su transformación. Me voy a centrar en el lugar de estudio que tenemos en casa. Quiero darte claves para transformarlo y potenciar, con ello, la concentración y un estado anímico que acompañe al estudio.
Seis sugerencias para organizar tu espacio
Tu rendimiento académico está en función de tus conocimientos y capacidades, pero también en función de tu motivación. Así que vamos con seis claves que te ayudarán a incrementarla:
- Tu espacio de trabajo debe ser tranquilo, libre de ruidos que estimulen tu imaginación y te hagan vagar por otros derroteros que no son precisamente aquellos en los que te tienes que concentrar. En este sentido intenta buscar una habitación lo más insonorizada posible. Y aislada. Soy consciente de que no todos tenemos la oportunidad de tener una habitación independiente o un despacho. Quizás ese espacio tranquilo puede ser la cocina (en horas donde no se cocina). Siempre será mejor escuchar el runrún continuo de la lavadora que a los vecinos hablando bajo tu ventana o el sonido de la tele.
2. Tu espacio de trabajo debe estar bien iluminado. ¿Por qué? Para evitar la fatiga visual y para estimular tus neuronas. La luz debe ser homogénea, debe venir desde arriba y por encima del hombro izquierdo o el derecho en el caso de los zurdos. La luz no debe producir reflejos y debe iluminar la mesa de trabajo de forma adecuada. Hoy podemos elegir entre luces frías, neutras o cálidas. Parece que son las luces frías las que se muestran más apropiadas para las situaciones en las que fijamos la vista en distancias cortas (por ejemplo, una libreta) o se requiere prestar mucha atención.
Aunque lo ideal es que la luz sea natural y tengas una ventana amplia. Si no es así, deberás buscar una combinación entre luz natural y artificial. Dale importancia a la iluminación pues muchos estudios indican que tiene un efecto importante ante el aprendizaje y en el rendimiento.
3. ¿Has pensado en el color? El color también produce experiencias emocionantes que afectan al aprendizaje. En este caso hablamos del color de las paredes y muebles y en futuras ocasiones nos detendremos en el uso del color en el cuaderno. El color influye de manera significativa en el aprendizaje e inspira la creatividad porque produce una estimulación visual. Los colores rojos, amarillos y naranjas incrementan la actividad cerebral y los verdes, azules y violetas, la relajación. Siendo más concretos: el blanco nos incita al orden, el rojo guarda relación con la motivación y el interés, el amarillo se relaciona con los objetivos y las metas. Los colores más oscuros se vinculan con las dificultades, impedimentos, debilidades y, en cambio, el verde nos inspira a encontrar soluciones y nos lleva a la calma. ¿Entonces, cuál elegir? Desde mi punto de vista, una combinación de blancos, azules y verdes en los elementos estáticos y quizás tonos amarillos o cálidos en aquellos elementos que podamos incluir y eliminar de nuestra decoración rápidamente.
4. Libérate de las distracciones tecnológicas. Es imprescindible liberarse de la tecnología mientras se estudia (a menos que debas hacer un trabajo por ordenador y online con un compañero). Así que móviles y pantallas fuera. Si tienes que usar un diccionario, es preferible que manejes uno de papel para evitar acabar navegando donde no debes. Además, la sola búsqueda de la información entre las páginas de un libro ayuda a retener el aprendizaje posterior.
5. Mantén tu espacio de trabajo ventilado, pues influye directamente en tu capacidad de concentración. Altas concentraciones de CO2 producen aletargamiento, cansancio y dificultades de concentración.
6. Distribuye adecuadamente y verdece tu espacio de trabajo. Debes intentar mantener un ambiente diáfano con pocos muebles. Nada de sobrecargar la habitación. Introduce plantas en tu espacio de trabajo: te aportarán el verde y la calma. Además, la conexión con la naturaleza te ayudará a equilibrarte emocionalmente.
Mantén tu mesa despejada, limpia y ordenada. Acompáñate solo de los elementos que vayas a utilizar en ese momento. No dejes sobre la mesa proyectos, libros, o útiles que no vayas a utilizar. No solo desviarán tu atención, sino que es posible que incrementen tu ansiedad. Por ejemplo, tener el libro de mates sobre la mesa cuando estás estudiando Lengua te recordará constantemente a esa asignatura, sus tareas y exámenes.
Soy consciente de que aplicar todo esto es inviable para muchos estudiantes que no tienen habitación propia, que comparten espacios con sus hermanos y familiares, que no tienen la posibilidad de decidir acerca de la decoración o que, simplemente, no tienen recursos. No tener una habitación ideal no imposibilita tener éxito en los estudios. Es, simplemente, una variable que influye, pero no es determinante. Si en la medida de lo posible podemos introducir alguno de estos consejos (por ejemplo, ventilar cada cierto tiempo o introducir una planta pequeña), ya es algo que va a aportar positivamente a la calidad de tu estudio. ¿Qué? ¿Te animas a intentarlo?